miércoles, 15 de julio de 2009

La Danza de la Tijera

La danza de las tijeras para remarcar su especificidad y proponer la vigencia de la cultura quechua. Sin lugar a dudas, Arguedas considera una vez más a los danzantes de tijeras como «un símbolo vivo de un pueblo y una cultura que no puede morir» En esta exploración enfatizo el análisis del uso de un conjunto de dispositivos retóricos propios de la literatura indigenista y la antropología. Aunque Arguedas había insistido muchas veces en sus escritos que no había una cultura india pura, en este cuento lleva a cabo la esencialización de una cultura quechua con el propósito de defenderla en una coyuntura social y política adversa.
Los danzantes de tijeras incluyen una serie de elementos cristianos, sin embargo, en el cuento «La agonía de Rasu-Ñiti» esos elementos no aparecen; Arguedas los excluye. Lo cual parecería señalar que Arguedas, en este cuento está construyendo la posibilidad de una cultura andina autónoma, no dependiente; tal vez de un modo utópico
.
En efecto, quiero dar a conocer en esta pequeña resumen la participación de los danzantes como atracción central de varias festividades que se celebran en el pueblo de Puquio los meses de Agosto y Diciembre por 4 días. Los danzantes y sus músicos rinden culto al Apu Wamani, realizan pequeños atipanakuys, visitan las casas de los cargontes, acompañan a los comuneros y a los Auquis conjuntamente con sus maysos que bendiga la acequia principal del agua, y finalmente, el ultimo día, compiten en el Gran Atipanakuy, competencia con una duración de siete a ocho horas siguiendo toda las secuencias demostrando toda sus talentos acróbatas fuerza de valor hasta torre bajay en la plaza de Ccayao. Para esta fiesta un numeroso grupo de migrantes Puquianos, junto con sus hijos y amigos, vuelven al pueblo para celebrar la fiesta del Agua (Sequia Tusuy).